Tiempo para pensar y para tomar decisiones vitales. Esto es lo que provocó la curiosidad de Alex García Vinuesa y su mujer Mónica Pascual por el extraordinario y complejo mundo de las abejas y la elaboración de miel. Nada que ver con su experiencia laboral anterior. Pero el factor humano tuvo también su influencia. Las conversaciones y los consejos de Santiago Peña, un hombre mayor que siempre había tenido colmenas en Villoslada de Cameros, fue la puerta de entrada para esta alternativa.
Empezaron con las 14 colmenas que tenía el apicultor en las tenadas cerca del Achichuelo, una pradera en el Parque Natural Sierra de Cebollera, a orillas el río Iregua y en el camino a la Ermita de Lomos de Orios, y después fueron ampliando hasta llegar a las 50 colmenas que tienen ahora. La crisis económica y laboral les llevó a dedicar entonces más tiempo a esta labor autodidacta a partir de 2014 , cuando trasladaron las colmenas a un paraje de montaña, a 1.150 metros de altitud, enfrente del pueblo, en el término de La Horca, por la pista forestal que continúa hasta el Corral de Maribáñez.
Allí tienen un conjunto bien ordenado de colmenas en cajas pintadas de diferentes colores y cada una de ellas dedicada a miembros de su amplia familia. Un entorno natural que permite disponer de una gran variedad de flora para alimento de las abejas y elaborar dos variedades de miel. La primera es la de Milflores, más clara, que se extrae durante el verano después de la floración primaveral de los endrinos, acebos y espino albar…; la de Bosque, más oscura, espera hasta el otoño, con la mezcla de roble, brezo y encina…
La Gota de Miel es el nombre de la marca que comercializa estos productos en el obrador casero de su vivienda de la calle Maguillo, y que ha contribuido a recuperar la tradición apicultora en Villoslada de Cameros, fruto del aprendizaje propio y de la relación con otros apicultores del pueblo. Una iniciativa familiar que tiene intención de futuro con la aportación de Hugo, el hijo pequeño de Alex y Mónica.