Empresa familiar dedicada a la elaboración artesana de fardelejos y rosquillas.
Los postres, los dulces, tienen nombre propio en La Rioja. Un goloso se llama golmajo, y los dulces, las golosinas en riojano se dice: Golmajería. Así lo confirma la propia Real Academia de la Lengua. Y dentro de la Golmajería riojana los dulces más famosos y originales son los fardelejos: una pasta de almendra dentro de un hojaldre frito y espolvoreado con azúcar.
El fardelejo es un dulce de influencia árabe que según datos históricos se elaboraba ya entre los siglos IX y X en la comarca de Arnedo, en la Rioja Baja, donde abundan los almendros, en las riberas del río Cidacos. En el pueblo vecino de Quel, la familia de César Marzo preparaba fardelejos y rosquillas para las reuniones y fiestas familiares y de amigos, en comuniones y convites. Empezó su abuela Rufina y luego su madre Alicia, quien tomó la decisión dedicarse a este negocio a partir de 1975.
Se trata de un dulce exquisito, una caja de fardelejos que se regala para agradecer cualquier favor, siguiendo la tradición árabe. Es una empanadilla rellena, que se tiene e su interior una pasta de almendra rallada sin piel que se mezcla a partes iguales con huevos y azúcar y que luego se introduce en una lámina muy fina de hojaldre casero, hecho con manteca de cerdo, harina agua y sal que, después de cerrar los bordes con mucho cuidado (fard en árabe), se fríe en aceite y resulta un pastel de textura crujiente, suave, agradable y dulce.
Un producto tradicional de la repostería riojana que cumple con varias características singulares: su perfecta conservación, su sencillez y su permanencia inalterable como especialidad a través del tiempo. Se recomienda su consumo en el desayuno y como postre, acompañado de un vino dulce, un moscatel o un vino Supurao de Ojuel. La costumbre dice que se suele partir por la mitad, pruebas medio y terminas comiéndote uno y medio.