Laura tiene su taller en su casa de Villanueva de Cameros. Su afición por las almazuelas fue paralela a la de su madre, Epi Soriano. Ambas asistieron al primer curso de almazuelas que se organizó en Trevijano de Cameros, en 1989, a través del Programa Cultural Campo “Sierra de Cameros”, del Ministerio de Cultura. Se trataba de recuperar artesanías y que las mujeres estuvieran entretenidas en los pueblos. Aprendieron con Pedro, cuyo padre fue el sastre que enseñó a coser a su madre. A partir de entonces, Epi no paraba de hacer almazuelas. Incluso enseñó a otras mujeres del pueblo. Algunas las usaba de alfombras y le decían que cómo podía poner en el suelo algo tan bonito.
Laura se enganchó más tarde y acondicionó la vieja carnicería de sus tíos para reunir todas las almazuelas en un taller. Además de almazuelas hace bolsos, colchas, acericos, cojines y alpargatas. Un día, mientras bajaba por la calle hacia la panadería, se le ocurrió que sería muy chulo colgar las almazuelas en las ventanas de su casa, para que se viera todo lo que había hecho su madre… Ahí empezó la historia de la fiesta de las Almazuelas Colgadas que se organia en el pueblo vecino de Pradillo de Cameros a finales de agosto.
Se conoce en La Rioja con el nombre de almazuela al trabajo que consiste en unir pequeños trozos de tela para elaborar por adición superficies mayores. Por medio de esta técnica se consigue recuperar trajes y ropas que con el uso han quedado deterioradas, haciendo trozos con las partes menos desgastadas. Luego se unen unos trozos a otros formando curiosos dibujos de gran colorido y vistosidad.